sábado, 20 de noviembre de 2010

Cambio climático: lo que está en juego en Cancún

Del 29 de noviembre al 10 de diciembre sesionará en Cancún la decimosexta Conferencia de las Partes de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático (COP 16). La crisis climática es grave y lo que hay en juego en el mundo real es mucho. Pese a esto, los gobiernos más poderosos –que son los más contaminantes y cargan con la mayor deuda climática–, con la colaboración de los anfitriones, decidieron de antemano que Cancún será sólo una parada, donde no habrá fracasos, porque no intentan un nuevo acuerdo global. Esta declaración de unos pocos, funciona como profecía auto-cumplida, ya que las decisiones se toman por consenso. Otra vez, como hicieron en Copenhague, se proponen secuestrar todo esta Convención de Naciones Unidas, para lograr lo que quieren sus trasnacionales, aunque la crisis climática empeore. Que no haya acuerdo global, vinculante, de reducciones reales de emisiones –no a través de soluciones falsas como mercados de carbono o nuevas tecnologías– facilita que sigan cabalgando en el espurio Entendimiento de Copenhague, que no es parte de Naciones Unidas y cuyos compromisos voluntarios llevarían a un aumento de la temperatura de 3-4 grados en promedio, un escenario de catástrofe premeditada para muchos países del Sur. Pero sí hay algunos temas –de enorme relevancia por sus nefastas consecuencias– sobre los que la mafia climática quiere lograr acuerdos en Cancún. Los principales son: la privatización del aire, a través de la privatización de facto de los bosques en todo el planeta con los programas REDD+; la creación de un mecanismo financiero que podría significar instaurar una nueva era de Programas de Ajuste Climático (parafraseando los Programas de Ajuste Estructural del FMI y Banco Mundial); y la creación de un Comité de Tecnologías para el cambio climático, tema opaco que puede cobijar la promoción de tecnologías muy dañinas, como cultivos transgénicos, geoingeniería y otras aventuras tecnológicas con fuertes impactos ambientales y sociales, además de funcionar como agencia de protección de patentes de las trasnacionales. Tambien hay propuestas para incluir suelos y agricultura en mercados de carbono, un nuevo ataque contra la agricultura campesina, esencial para alimentar el mundo y para enfriar el planeta. Lo más grave en la COP 16 es el intento de mundializar los programas REDD+ (Reducción de emisiones por deforestación y degradación de bosques), que es uno de los mayores asaltos globales a los bienes comunes de comunidades y pueblos indígenas y campesinos. REDD+, como explico en artículos anteriores, es una moneda que con una cara premia a los grandes deforestadores (si dejan en pie un rídiculo 10 por ciento de lo que talan) y con la otra, compra comunidades forestales, como pago por servicios ambientales de absorción de carbono en sus bosques. Aunque conserven su título de propiedad, REDD significa una expropiación de los territorios, porque los pueblos ya no pueden decidir sobre ellos. (Ver Ana de Ita, REDD y pueblos indígenas, La Jornada) Programas de servicios ambientales forestales ya existían en varios países. Hay historia de comunidades despojadas de sus territorios a partir de éstos. Pero los bosques no son aceptados dentro de la Convención de Cambio Climático como válidos para generar certificados de reducción o bonos de carbono, porque es imposible medir con exactitud cuánto CO2 realmente disminuyen. Lo que se pretende en la COP 16 es que a través de los programas REDD+, se validen globalmente los bosques como generadores de bonos de carbono. Si esto se aprueba, se colocan todos los bosques del mundo como cotos de caza para los especuladores. Es un banquete para un mercado deprimido por la crisis financiera: lo que se paga a las comunidades es una mínima fracción del valor de reventa de esos derechos de absorción de carbono a otras empresas y especuladores. Las empresas más sucias, las que generan más gases de efecto invernadero, con REDD+ pueden seguir contaminando, justificarse alegando que hay bosques que están absorbiendo sus emisiones, y aumentar sus ganancias con la reventa de bonos. El problema para este negocio es que los bosques están habitados, en todo el mundo, por comunidades indígenas. Por eso, las empresas, junto a ONG conservacionistas y gobiernos, se han ensañado en vender REDD como beneficio y reconocimiento a las comunidades forestales, cuando en realidad es un despojo a gran escala. Sin duda, las comunidades indígenas y campesinas tienen un rol fundamental para equilibrar el clima. Justamente por eso no pueden quedar a merced del mercado especulativo de las trasnacionales o de la beneficencia de ONG. Deben ser apoyadas y reconocidas en la integralidad de sus derechos, no en transacciones comerciales ni como cartas en el juego de políticos y ONG. Hablar de REDD sin intervención del mercado o con derechos indígenas, como tratan de maniobrar algunos para justificar su involucramiento, es también una trampa. Si se trata de derechos, no pueden ser programas, ni condicionados a certificación externa ni en mecanismos diseñados para el mercado, como es REDD. Finalmente, la cereza envenenada del pastel: En REDD+ la medición de carbono se hará con una combinación de tecnología satelital y de infrarrojos, y levantamientos minuciosos en terreno (geopiratería de avanzada). Además de alienarles el territorio, permite vigilar como nunca antes a los indígenas. No sorprende que el gobierno de Chiapas firmara con Schwarzenegger, gobernador de California, para avanzar programas REDD+ en la Selva Lacandona, donde siguen resistiendo las comunidades zapatistas. 

Por: Silvia Ribeiro *Investigadora del grupo ETC

martes, 5 de octubre de 2010

LAS REPRESAS Y LA CRISIS CLIMÁTICA

Gustavo Castro Soto
Otros Mundos, A.C./Mapder Chiapas

La crisis climática es el mayor problema que ha tenido que enfrentar la humanidad. Un problema global del cual nadie puede estar ajeno a él. Sus efectos ya son catastróficos e irreversibles. Bien sabemos que los países del norte, los más industrializados, son los mayores causantes del calentamiento global. Estados Unidos que cuenta con el 3% de la población mundial es responsable de más del 30% del calentamiento global del planeta. Y Europa de casi el 28%. Por ello, es claro que alrededor del 60% del calentamiento global las sociedades industrializadas son las mayores responsables y es de donde provienen las causas de las inundaciones, el derretimiento de los glaciares, que islas las vayan desapareciendo bajo el agua; pero también de las enfermedades, de la crisis alimentaria, de los huracanes o las sequías y de las olas de calor. En las comunidades indígenas comentan que el calendario maya ya no funciona, que ya no pueden sembrar o cosechar según los ancestros; notan que las siembras se pudren por tanto calor, o que los ciclos se alargan o se acortan afectando la cosecha de alimentos, o que aumentan las plagas, o ciertos moscos de las regiones calientes, entre otros efectos.


Por ello es importante tener una consciencia global del problema del calentamiento y claridad sobre la justicia climática. Es un problema estructural cuya crisis climática es reflejo de la crisis del capitalismo. Es necesario luchar en lo global pensando en lo local, en cómo nos afecta en lo inmediato el calentamiento global. Sin embargo, no basta esto. Tenemos que luchar también en lo local pensando en lo global. Esta integración y articulación es lo que llamamos “Glocal”.


En lo inmediato tenemos que hacernos cargo en los países del Sur de los megaproyectos que también aumentan y aceleran el cambio climático. Los megaproyectos que amenazan la tierra y el territorio. Ya hemos acabado con el 50% de los bosques, manglares y pantanos del mundo, grandes áreas que respiran el principal gas causante del calentamiento global, el CO2 (dióxido de carbono), y lo convierten en oxígeno al planeta. Por ello, si acabamos con la capa vegetal, con los bosques, con los árboles, aumenta la concentración de los Gases Efecto Invernadero (GEI) en la atmósfera y por tanto aumenta el calor que provoca esta crisis climática. Y uno de estos megaproyectos son las represas.

LAS REPRESAS, MACANISMO DE DESTRUCCION SIN LÍMITE.
Durante décadas hemos pensado que las represas generan energía limpia y están asociadas al desarrollo. Por tanto, aquella persona que las cuestiona es vista como “enemiga del desarrollo”. Pero luego del Informe de la Comisión Mundial de Represas (CMR) en el año 2000, quedó claro que las represas son un mecanismo sucio de energía, un mecanismo de destrucción masiva. Más de 50 mil grandes represas en el mundo han desplazado a más de 80 millones de personas de sus hogares dejándolas en mayor pobreza; el 30 % de los peces de agua dulce del mundo se han extinto por las represas; el 60% de las mayores cuencas del planeta ya han sido represadas. Manglares, bosques y otros ecosistemas han desaparecidos por causa de estos megaproyectos. Muchos gobiernos han quedado altamente endeudados con la banca multilateral o comercial además de haber implementado mecanismos de represión y coerción contra la población para expulsar a la población de sus tierras para construirlas. Las represas para generación de energía eléctrica no han respondido a sus expectativas, las de control de inundaciones no las han controlado y las de regadío no han servido. ¿Esto es energía limpia?

LAS REPRESAS AGUDIZAN LA CRISIS CLIMATICA
Las represas provocan cambio climático por varias razones. Por un lado miles de hectáreas quedan inundadas bajo el agua. ¿Quién va a respirar el CO2 de la atmósfera si no son los árboles? La capa vegetal del planeta absorbe el 40% del CO2 que existe en la atmósfera. Si se construyen presas, disminuye este porcentaje y aumenta la concentración de gases y por tanto el calentamiento global. Por otro lado, al desplazar a miles o a millones de personas (la presa Tres Gargantas en China desplazó a más de un millón de personas), éstas provocan más deforestación ya que tienen que instalarse en nuevas tierras, talar más bosques o selvas, deforestar para construir viviendas o para otras tierras de cultivo lo que genera más emisiones de CO2 al medio ambiente. Pero hay una tercera razón. La inundación de la capa vegetal provoca que la descomposición de la materia orgánica en el embalse provoque grandes cantidades de GEI: Dióxido de Carbono (CO2), Metano (CH4) y Oxido Nitroso (N2O). Y si la presa está no en una zona de desierto o de poca vegetación, sino en regiones tropicales, los GEI que provocan son aún mayores, incluso más que las plantas de energía eléctrica generadas con combustibles fósiles (gas, carbón y productos del petróleo como gasolina o diesel).


Cuando se descompone el carbono orgánico del embalse se forma el dióxido de carbono (CO2). Pero el metano (CH4), gas 25 veces más potente que el CO2, se produce al descomponerse la materia orgánica por las bacterias cuando hay poco oxígeno, al fondo del embalse. Este gas empieza a burbujear o a salir por las turbinas o por las compuertas cuando estas se abren. En el caso del óxido nitroso (N2O) se produce por la ruptura bacteriana del nitrógeno. Existen investigaciones que muestran grandes cantidades de CO2, CH4 y N2O hasta 40 kms aguas abajo de la Reserva Petit Saut en la Guiana francesa. Otra investigación confirma que la presa Balbina en Brasil, las emisiones de metano corriente abajo equivalen al 3% del total de metano liberado de la planicie de inundación de la Amazonía central.


Las grandes represas en el mundo, cuyas cortinas miden más de 15 metros de altura, emiten cada año 104 millones de toneladas métricas de metano desde la superficie del embalse, las turbinas, los vertederos y los ríos corriente abajo. Esto significa que las emisiones de metano las represas aportan alrededor del 4% al total del calentamiento, siendo las represas la principal fuente de metano que provoca la actividad humana, responsables de casi una cuarta parte de todas las emisiones de metano provocadas.

LA CRISIS CLIMATICA HACE INSUSTENTABLES A LAS REPRESAS
Las excesivas lluvias o sequías hacen más inservibles a las represas. Si antes no podían controlar las inundaciones ahora menos. Con la crisis climática y el aumento de la deforestación ya no se puede garantizar la cantidad de agua que cae en una región, o la cantidad de agua que correrá por una cuenca. Con la reciente tormenta tropical Alex en México, la Comisión Nacional del Agua (Conagua) realizó “desfogues controlados” en las presas de Chihuahua, Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas que inundaron e incomunicaron a decenas de ciudades y poblados, derrumbaron puentes, cortaron carreteras y caminos, y colapsaron los servicios públicos. Alrededor de medio millón de personas fueron afectadas. Las represas La Amistad, Falcón y Venustiano Carranza se encuentran en emergencia y al borde del desastre. Pero así pasa con la mayoría de las presas del país. En Michoacán las intensas lluvias provocaron el desbordamiento de una presa y miles de hectáreas de cultivos anegados que los productores han perdido. Conagua prácticamente vació la presa de El Bosque.


Según Conagua, hasta el 1 de junio por las intensas lluvias de las 170 presas más importantes del país, ocho se encontraban a 100% de su capacidad y para finales de julio ya llegaban a 21. Por primera vez desde 1971 la presa Vicente Guerrero en Tamaulipas tuvo que abrir sus compuertas al llegar a un 100% de su capacidad. En la comarca lagunera en la presa derivadora San Fernando se abrió una fractura y luego colapsó hace varios días por lo que tuvieron que cerrar las compuertas de la presa Francisco Zarco “Las Tórtolas”. En Tlaxcala y Querétaro, las autoridades lanzaron una alerta por los niveles en que se encuentran las presas El Sol, Santa Catarina, Centenario, Cajón, Pirules, Carmen, Zapote y Mompaní apunto de desbordarse y las poblaciones río abajo en peligro inminente. En Veracruz inició la reubicación de 500 familias por el inminente desbordamiento del río Pánuco. En Chiapas se inició el desfogue de la presa La Angostura, y se encuentran en peligro las presas Chicoasén, Malpaso y Peñitas, del sistema hidroeléctrico más grande del país, con el 50% de la generación hidroeléctrica del país, que equivale al 3% del total de electricidad. Y en el río Usumacinta, donde se pretenden construir 5 presas a partir del 2012, las comunidades han sido invitadas a desalojar sus territorios antela inminente desbordamiento del río.
Recientemente la constructora responsable de la presa Tres Gargantas en China aceptó que “El cambio climático extremo y las grandes tendencias de la naturaleza, están muy lejos del control del proyecto de las Tres Gargantas”, la represa más grande del mundo que está a punto de ser desbordada y que ya ha dejado un saldo de 701 muertos, 347 desaparecidos, 117 millones de afectados por temporales, inundaciones y avalanchas de barro.

Así, desplazados, viviendas inundadas, miles de afectados, personas ahogadas o desaparecidas, puentes caídos, presas agrietadas y apunto de venirse abajo, poblaciones aisladas, ríos a punto de ser desbordados, es el saldo que han dejado las presas ante la crisis climática. No son las represas la solución ni para obtener energía, ni para irrigar ni para controlar inundaciones. Tenemos que buscar otros mundos posibles, locales, descentralizados, otra forma de gestionar el agua, la energía; otra forma de vivir. El problema no son las presas en sí mismas, sino el sistema capitalista que las sustenta. Cambiemos el sistema, no el clima.


Otros análisis en EL TOPIL no. 10:
PUEBLOS INDÍGENAS EN RESISTENCIA ANTE EL RIESGO AMBIENTAL, por Angélica Castro

ENCUENTRO INTERNACIONAL DE AFECTADOS POR LAS REPRESAS, por María González

CON LA MIRA PUESTA EN CANCÚN, por Oxfam México
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